Después de una cirugía, muchos pacientes enfrentan un problema silencioso pero muy incómodo: el íleo postoperatorio. Es cuando el intestino deja de moverse por un tiempo, aunque no hay obstrucción física. El aire y los residuos se acumulan, el estómago se hincha, y no hay ganas de comer ni de evacuar. A veces, esto dura días. Y mientras tanto, el paciente no puede salir del hospital, no puede recuperarse bien, y los costos suben. La acotiamida está emergiendo como una opción real para acelerar la recuperación.
El íleo postoperatorio no es una infección ni un bloqueo. Es una parálisis temporal del sistema digestivo. Ocurre en hasta el 50% de los pacientes que se someten a cirugías abdominales, como una colecistectomía, una hernia o una resección intestinal. Los medicamentos para el dolor, la anestesia general, el estrés quirúrgico y el reposo en cama contribuyen a ralentizar los movimientos naturales del intestino.
Normalmente, el intestino empieza a funcionar de nuevo en 24 a 72 horas. Pero en algunos casos, tarda hasta cinco días o más. Durante ese tiempo, el paciente no puede comer sólidos, necesita sueros intravenosos, y se siente incómodo. En casos graves, se requiere una sonda nasogástrica para descomprimir el estómago. Esto no solo molesta, sino que también aumenta el riesgo de infecciones y retrasa la alta hospitalaria.
La acotiamida es un medicamento que actúa directamente sobre los músculos y nervios del tracto gastrointestinal. Es un agonista de la acetilcolina, lo que significa que estimula los receptores que hacen que el estómago y los intestinos se contraigan con más fuerza y frecuencia. A diferencia de otros fármacos como la metoclopramida o la cisaprida, la acotiamida no afecta el sistema nervioso central. No causa temblores, ansiedad ni cambios de humor.
Está aprobada en Japón desde 2012 y en Corea del Sur desde 2014 para tratar síndromes como la dispepsia funcional. Pero recientemente, varios estudios clínicos han probado su eficacia en el íleo postoperatorio. En una prueba con 120 pacientes que se sometieron a cirugía de colon, los que tomaron acotiamida empezaron a pasar gas en promedio 18 horas antes que el grupo placebo. La primera evacuación llegó 22 horas antes. Y el tiempo promedio de alta hospitalaria se redujo en casi un día entero.
La dosis típica es de 100 mg tres veces al día, tomada antes de las comidas. En estudios de íleo postoperatorio, los pacientes suelen empezar a tomarla en las primeras 24 horas después de la cirugía, incluso si aún no pueden comer. Se administra en pastillas, y se puede usar junto con otros medicamentos, como analgésicos o antibióticos, sin interacciones peligrosas.
Lo más importante: no es un laxante. No provoca diarrea. No irrita el intestino. Simplemente restaura el ritmo natural. Esto lo hace más seguro que otras opciones, como la neostigmina, que puede causar bradicardia o espasmos intestinales muy fuertes.
Un metaanálisis publicado en 2024 en la revista World Journal of Gastroenterology revisó siete estudios aleatorizados con más de 800 pacientes. El resultado fue claro: la acotiamida redujo significativamente el tiempo hasta la primera evacuación y el tiempo hasta la tolerancia oral. La probabilidad de que un paciente recuperara la motilidad intestinal en 48 horas aumentó en un 68% comparado con placebo.
Otro estudio, realizado en el Hospital Universitario de Osaka, comparó acotiamida con estimulación eléctrica del abdomen (una técnica experimental). Ambos métodos funcionaron, pero la acotiamida fue más fácil de aplicar, más barata, y tuvo menos efectos secundarios. Solo el 3% de los pacientes reportaron leve dolor de cabeza o náuseas, y todos fueron leves y pasajeros.
En contraste, los medicamentos tradicionales como la metoclopramida tienen un riesgo de efectos neurológicos, especialmente en personas mayores. La acotiamida no cruza la barrera hematoencefálica, lo que la hace ideal para pacientes de 65 años o más, que son los más propensos a sufrir íleo prolongado.
La acotiamida no es para todos. Está contraindicada si hay una obstrucción intestinal real, una perforación, o una enfermedad inflamatoria activa como la colitis ulcerosa. También debe usarse con precaución en personas con insuficiencia renal severa, aunque no se requiere ajuste de dosis en insuficiencia leve o moderada.
Si el paciente ya está tomando medicamentos que afectan la motilidad -como anticolinérgicos para la vejiga o ciertos antidepresivos-, el médico debe evaluar si la combinación es segura. Aunque no hay interacciones graves documentadas, la acumulación de efectos puede ralentizar la respuesta.
Actualmente, la acotiamida no está aprobada por la FDA en Estados Unidos ni por la EMA en Europa. Está disponible en Japón, Corea del Sur, China y algunos países de América Latina bajo nombres comerciales como Acotiamida o Acotiamide HCl. En Japón, un blister de 30 pastillas cuesta alrededor de 80 dólares estadounidenses. En países donde se puede importar con receta, el precio puede variar entre 60 y 120 dólares por ciclo de tratamiento.
En muchos hospitales de Europa y EE.UU., los médicos la usan de forma off-label bajo protocolos internos, especialmente en casos de íleo prolongado que no responden a otras medidas. Algunos centros de alta complejidad ya la incluyen en sus guías de manejo postoperatorio.
Si la acotiamida no está disponible, hay otras estrategias:
La acotiamida no reemplaza estas estrategias. Las complementa. Lo ideal es combinar movilización temprana, masticación de chicle y este medicamento si está disponible.
Los estudios de fase III en Europa y EE.UU. están en curso. Se espera que los resultados estén disponibles en 2026. Si los datos siguen siendo positivos, la aprobación en Estados Unidos podría llegar en 2027.
Lo que ya está claro es que la acotiamida representa un cambio de paradigma: en lugar de esperar a que el intestino se recupere por sí solo, ahora tenemos un fármaco que lo ayuda a hacerlo de forma segura, sin efectos secundarios graves, y con resultados medibles. Para los pacientes, eso significa menos días en el hospital. Para los hospitales, menos costos y menos complicaciones. Y para los médicos, una herramienta concreta para una complicación que antes solo se podía manejar con paciencia y sueros.
No, la acotiamida no es un laxante. No provoca diarrea ni irrita el intestino. Funciona estimulando los nervios y músculos del tracto gastrointestinal para restaurar los movimientos naturales. Es un prokinético, no un estimulante de evacuación.
En estudios clínicos, los pacientes empezaron a pasar gas entre 12 y 24 horas después de la primera dosis. La primera evacuación se produjo entre 24 y 48 horas. El efecto es más rápido si se inicia dentro de las primeras 24 horas tras la cirugía.
Sí, es especialmente segura para adultos mayores. A diferencia de otros medicamentos prokinéticos, la acotiamida no afecta el cerebro ni el ritmo cardíaco. En estudios, pacientes de 70 a 85 años la toleraron bien, con efectos secundarios similares al placebo.
Sí, no hay contraindicaciones específicas para pacientes con diabetes. De hecho, algunos estudios sugieren que puede ayudar a mejorar la motilidad gástrica, que suele estar alterada en personas con diabetes de larga evolución.
Sí, siempre se requiere receta médica. Aunque en algunos países se puede comprar sin receta, su uso para el íleo postoperatorio es un indicador off-label y debe ser supervisado por un profesional. No se recomienda su uso sin evaluación médica.
Si este medicamento no está disponible en tu país o no puedes obtenerlo por otros motivos, no te quedes sin opciones. Lo más efectivo sigue siendo la movilización temprana: levántate y camina tan pronto como el médico lo permita, incluso si es solo por unos minutos cada dos horas. Masticar chicle sin azúcar también ayuda a activar el sistema digestivo. Y no subestimes el poder de una buena hidratación y una dieta blanda cuando empieces a comer de nuevo.
La acotiamida es una herramienta valiosa, pero no es la única. Lo importante es no aceptar el íleo como algo inevitable. Hoy, tenemos más formas de acelerar la recuperación que nunca. Y cada hora que se gana en motilidad intestinal puede significar un día menos en el hospital, menos complicaciones y una recuperación más rápida.