Si tienes cáncer de próstata y ya has probado la castración hormonal, pero el cáncer sigue creciendo, estás en una fase llamada castration-resistant prostate cancer (CRPC). Ahora, si no hay metástasis, la situación es distinta a cuando el cáncer ya se ha esparcido. Aquí es donde la abiraterona entra en juego como una de las opciones más efectivas que existen hoy.
La abiraterona es un medicamento que bloquea la producción de andrógenos -hormonas como la testosterona- no solo en los testículos, sino también en la glándula suprarrenal y, sorprendentemente, incluso dentro del propio tumor. Esto es clave. Muchos piensan que al castrar al paciente (con inyecciones o cirugía), el cáncer se detiene. Pero el cuerpo sigue produciendo pequeñas cantidades de hormonas en otros lugares. La abiraterona corta esa fuente secreta.
Se toma en pastillas, una vez al día, con el estómago vacío. No puedes comer 2 horas antes ni 1 hora después. Si lo tomas con comida, la absorción se dispara y aumenta el riesgo de efectos secundarios. No es un detalle menor: muchos pacientes lo ignoran y luego se sorprenden cuando les sube la presión o les duele el hígado.
Se combina siempre con un corticoide, normalmente prednisona. Esto no es por azar. La abiraterona interfiere con la producción de cortisol, una hormona vital. Sin reemplazarla, el cuerpo entra en crisis. La prednisona evita eso, y también ayuda a reducir la inflamación y algunos efectos secundarios.
Antes de 2019, el tratamiento para este tipo de cáncer era casi solo observación. Se esperaba a que aparecieran metástasis en los huesos o órganos para empezar algo más fuerte. Pero estudios como LATITUDE y STAMPEDE cambiaron todo. Demostraron que cuando se da abiraterona + prednisona desde el inicio -aunque aún no haya metástasis-, se retrasa mucho más la progresión del cáncer. Algunos pacientes no desarrollan metástasis en más de 3 años, y otros nunca las desarrollan.
En pacientes con CRPC sin metástasis, la abiraterona reduce el riesgo de muerte en un 38% en comparación con solo castración hormonal. Eso no es un pequeño beneficio. Es una de las mayores mejoras en supervivencia que se han visto en oncología urológica en la última década.
No todos los pacientes responden igual. Los que tienen un PSA más alto al inicio, o que ya tuvieron una respuesta parcial a la castración antes de que el cáncer se volviera resistente, suelen tener mejores resultados. También los que tienen un índice de Gleason alto (8-10) o que ya tuvieron tratamiento con antiandrógenos como enzalutamida antes.
El perfil ideal es: hombre de 65 a 75 años, con CRPC confirmado por dos pruebas de PSA consecutivas en alza, sin signos de metástasis en resonancia magnética o escáner óseo, y con buena función renal y hepática. Si tienes cirrosis, insuficiencia cardíaca o hipertensión mal controlada, el riesgo de efectos secundarios puede superar los beneficios.
La abiraterona no es un medicamento suave. Los más comunes son:
El 10% de los pacientes deja el tratamiento por efectos secundarios. Pero muchos de esos efectos se pueden manejar. Si te sube la presión, se ajusta el medicamento. Si te baja el potasio, se pone un suplemento. Si te duele la espalda, se evalúa si es por el cáncer o por el medicamento. No es un camino fácil, pero sí controlable.
¿Qué pasa si no tomas abiraterona? Las alternativas son limitadas. Enzalutamida es otra opción. Ambos son antiandrógenos de segunda generación, pero funcionan de forma distinta. La abiraterona ataca la producción de hormonas; enzalutamida bloquea los receptores en las células cancerosas. En estudios directos, ambos tienen resultados similares en supervivencia, pero la abiraterona tiene más efectos sobre el sistema hormonal general, mientras que enzalutamida puede causar más fatiga y mareos.
La elección depende de tu historial. Si ya tuviste problemas con la presión arterial, tal vez enzalutamida sea mejor. Si tienes antecedentes de convulsiones o caídas, la abiraterona es más segura. No hay un “mejor” universal. Hay el más adecuado para ti.
No hay una fecha fija. Se sigue mientras funcione y mientras puedas tolerarlo. Algunos pacientes lo toman 5 años o más. Otros lo dejan antes si aparecen metástasis o efectos secundarios graves. Lo importante es no interrumpirlo sin hablar con tu oncólogo. Dejarlo sin supervisión puede hacer que el cáncer crezca más rápido.
Las revisiones son cada 3 meses: análisis de sangre (PSA, electrolitos, función hepática y renal), presión arterial y evaluación de síntomas. Si el PSA baja a niveles muy bajos y se mantiene, es una buena señal. Si sube, se revisa si es progresión real o un falso positivo por otros factores.
En España, la abiraterona está incluida en el Sistema Nacional de Salud. No tienes que pagarla directamente si cumples con los criterios de prescripción. Pero el proceso puede tardar semanas. Algunos hospitales piden autorización previa. Si te la recetan, asegúrate de que el hospital la tenga en stock. En muchas farmacias no la guardan por su bajo volumen de uso.
El costo en el mercado privado ronda los 3.000 euros al mes. No es un medicamento barato. Pero en el sistema público, no hay que pagar. Si te lo recetan y te piden dinero, pregunta por el código de autorización del SNS. No es normal.
El mayor error que cometen los pacientes no es no entender el medicamento, sino olvidar tomarlo. La abiraterona no funciona si se toma de forma intermitente. Si te saltas una dosis, el nivel de hormonas vuelve a subir. Y el cáncer lo nota. En estudios, los pacientes que olvidan más de 2 días al mes tienen un 60% más de riesgo de progresión.
Usa un organizador de pastillas con alarma. Pon la toma en tu calendario del móvil. Pídele a tu pareja que te recuerde. No es un medicamento que puedas tomar “cuando te acuerdes”. Es una terapia diaria, constante, que requiere disciplina. Y esa disciplina puede marcar la diferencia entre vivir 3 años más o 7.
Si el PSA vuelve a subir, o si aparecen metástasis en una resonancia, se cambia de estrategia. Las opciones siguientes pueden incluir quimioterapia (docetaxel), radioterapia dirigida a los huesos, o nuevas terapias como el lutecio-177-PSMA. Pero la abiraterona no se vuelve inútil. En algunos casos, se puede volver a usar después de un descanso, aunque eso aún está en estudio.
Lo importante es no desesperar. El cáncer de próstata, incluso en su forma más agresiva, ahora es una enfermedad crónica manejable. La abiraterona no cura, pero sí gana tiempo -y tiempo de calidad-. Muchos pacientes viven años sin síntomas, trabajando, viajando, viendo crecer a sus nietos. Eso es lo que importa.
No, la abiraterona no cura el cáncer de próstata. Lo que hace es ralentizar su crecimiento significativamente. En muchos casos, logra mantener el cáncer controlado durante años sin que se disemine. Es un tratamiento de control, no de eliminación. Pero ese control puede permitirte vivir mucho tiempo sin síntomas ni tratamiento agresivo.
Sí, puedes tomarla, pero necesitas un control más estricto de tu glucosa. La abiraterona puede aumentar los niveles de azúcar en sangre, especialmente si ya tienes resistencia a la insulina. Tu endocrinólogo o urólogo debe ajustar tu medicación para la diabetes al mismo tiempo que empiezas el tratamiento. No es un impedimento, pero sí una complicación que requiere atención.
No es recomendable. Muchos suplementos, como la raíz de ginseng, el extracto de semilla de uva o el aceite de pescado en altas dosis, pueden interferir con el metabolismo de la abiraterona en el hígado. Esto puede hacer que el medicamento sea menos efectivo o que se acumule en tu cuerpo y cause toxicidad. Si tomas algo natural, pregúntale a tu oncólogo antes de continuar.
Si te olvidas una dosis y te acuerdas en menos de 12 horas, tómala inmediatamente. Si pasó más de 12 horas, omite la dosis y sigue con tu horario normal al día siguiente. Nunca tomes dos pastillas juntas para compensar. Saltarte dosis seguidas es más peligroso que saltarte una sola. Mantén la constancia.
Sí, puedes tener relaciones sexuales. La abiraterona reduce la testosterona, lo que puede disminuir el deseo sexual o causar disfunción eréctil. Pero eso no significa que debas dejar de tener intimidad. Muchos pacientes logran mantener una vida sexual activa con apoyo médico, como tratamientos para la disfunción eréctil o terapia psicológica. La calidad de vida incluye también el contacto íntimo.
La abiraterona no es la panacea, pero sí una de las herramientas más poderosas que tenemos hoy para luchar contra el cáncer de próstata en una etapa crítica. No se trata solo de vivir más. Se trata de vivir mejor, con menos síntomas, menos tratamientos invasivos y más control sobre tu cuerpo. Si tu médico te la recomienda, no la rechaces por miedo. Pregunta, entiende, y sigue el plan. Tu futuro depende de esos pequeños pasos diarios.
Frangelie Vazquez
octubre 31, 2025 AT 10:19Gracias por compartir esto con tanta claridad. Como mujer que cuida a mi padre con cáncer de próstata, sé lo agotador que es manejar la medicación y los efectos secundarios. Lo de la abiraterona con el estómago vacío lo ignoraba, y ahora entiendo por qué le subía la presión. ¡Voy a ajustar su rutina hoy mismo!
Nicola H
octubre 31, 2025 AT 12:10¿Y quién, en su sano juicio, cree que un medicamento que cuesta 3.000€ al mes, y que exige un calendario de reloj suizo para tomarlo, es “manejable”? Por favor. Esto no es medicina, es un ritual de sacrificio con efectos secundarios incluidos. Y aún así, lo llaman “calidad de vida”. ¡Qué ironía!
Francisco Javier Sánchez Juárez
noviembre 2, 2025 AT 11:31La clave está en el seguimiento. Muchos pacientes se olvidan de que la abiraterona no es un “toma y vuelve” como el ibuprofeno. El PSA es tu mejor amigo aquí: si baja, sigues; si sube, ajustas. Y sí, la prednisona es crucial - sin ella, te puedes volver un zombie con presión arterial loca. Yo lo he visto en clínica: los que usan organizador de pastillas, viven más y mejor. No es magia, es disciplina.
Carlos Flores Tavitas
noviembre 4, 2025 AT 06:53La vida, en su esencia, es una lucha contra el tiempo... y el cáncer de próstata es una de esas batallas silenciosas que no se ven en las películas. La abiraterona no nos da una nueva vida, nos da más minutos en la misma. Y en esos minutos, lo que importa no es el PSA, sino el abrazo de tu hija, el café con tu esposa, el silencio sin dolor. ¿Es justo que tengas que tomar pastillas con el estómago vacío para ganar esos minutos? No. ¿Es necesario? Sí. Y eso, mi amigo, es el precio de la dignidad.
Rebeca A
noviembre 6, 2025 AT 05:29¡Ay, qué bonito todo esto! ¿Y quién les dice a los ancianos que no pueden comer nada dos horas antes de tomar la pastilla? ¿Que no pueden tomar su café matutino? ¡Qué barbaridad! ¡Qué deshumanización! ¡Y luego se sorprenden de que los pacientes se rindan! ¡Esto no es tratamiento, es tortura disfrazada de ciencia!
Fran Olivares
noviembre 7, 2025 AT 15:03Me encanta cómo explicas esto 😊 Realmente, la abiraterona es un juego de paciencia, y si lo tomas como una rutina diaria -como cepillarte los dientes- todo fluye mejor. Mi tío lo lleva 4 años, y sigue paseando a su perro cada mañana. ¡Eso es victoria! 💪 También lo de la prednisona es clave, muchas veces se olvidan de eso y luego vienen los problemas. ¡Sigue así, que esto ayuda mucho!
moises ulloa
noviembre 8, 2025 AT 08:20¡Atención: error gramatical en el texto original! “Castración hormonal” no lleva mayúscula en “hormonal” -es un adjetivo, no un nombre propio. Además, “CRPC” debe ir siempre entre paréntesis la primera vez que se menciona. Y “PSA” no es “el PSA”, es “PSA” -sin artículo definido. ¿Quién revisó esto? ¿Un estudiante de secundaria? La medicina exige precisión, no improvisación.
HENRY MEZA
noviembre 9, 2025 AT 01:32¿Te estás riendo? 3.000€ al mes y te dicen que es “gratis” en el SNS… pero te dejan colgado 6 semanas por “autorización previa”. Eso no es sistema público, es un circo con papeles. Y si no tienes contacto en el hospital, te lo niegan. Ya vi a un tipo de mi barrio morir porque no le dieron la abiraterona a tiempo. No es medicina, es lotería con diagnóstico.
Mara Melul
noviembre 10, 2025 AT 23:33Me pongo a llorar cada vez que leo esto… Mi papá lo empezó y perdió 15 kilos en dos meses. Se quedaba dormido en el sofá y decía: “No tengo fuerzas para nada”. Y luego, un día, me dijo: “Hija, si esto me da un año más contigo, lo aguanto”. No sé si fue la medicina o su amor… pero hoy, tres años después, sigue vivo. Y yo, cada mañana, le pongo su pastilla… con el estómago vacío. Porque él merece esos minutos.