Eustaquio Villaverde 27 mayo 2025 0 Comentarios

Risperdal: usos, efectos secundarios y consejos prácticos en psiquiatría actual

Seguro que conoces a alguien que ha oído hablar de Risperdal, aunque nunca haya tocado una caja en su vida. Pocos fármacos despiertan tanta curiosidad y, hay que decirlo, cierta desconfianza. El nombre suena en hospitales, consultas de psiquiatría y, de vez en cuando, en conversaciones cruzadas de familiares preocupados por la salud mental de alguien cercano. Lo que casi nadie se imagina es que este medicamento, cuya molécula principal es la risperidona, ha cambiado la forma en la que se trata la esquizofrenia y otros trastornos relacionados en los últimos veinticinco años. Aquí no vas a encontrar promesas mágicas ni aquello de «consulta siempre a tu médico» como única respuesta; vamos a meternos de lleno en los detalles que realmente interesan: para qué sirve, cómo se usa, riesgos reales, estadísticas actuales, consejos prácticos y hasta mitos destrozados. Y sí, siempre manteniéndolo en el terreno de lo cotidiano, con datos y situaciones que cualquiera podría vivir.

¿Para qué sirve Risperdal y cómo actúa en el cerebro?

Risperdal se lanzó en Europa en 1993, y desde entonces ha salido en más cartillas de farmacia que cualquier otro antipsicótico de segunda generación. Se usa sobre todo para la esquizofrenia, pero también se receta en el tratamiento de episodios maníacos dentro del trastorno bipolar, e incluso se indica, a veces, a niños mayores y adolescentes con conductas agresivas asociadas al autismo. ¿Por qué tanta versatilidad? La clave está en cómo actúa dentro del cerebro. Bueno, la risperidona bloquea de forma selectiva ciertos receptores de dopamina y serotonina. Sí, esos mismos mensajeros químicos de los que se habla cuando sale la palabra «psicosis» o «alucinación».

El desequilibrio de la dopamina en algunas zonas del cerebro se asocia con síntomas como delirios, oír voces, pensamientos desordenados y otros elementos clásicos de la esquizofrenia. Los estudios originales en la década de los 90, y los muy recientes también, muestran que la risperdal reduce estos síntomas positivos de forma similar a antipsicóticos clásicos como la clorpromazina, pero con menos «castigo» en forma de efectos secundarios motores, al menos, esa era la idea en su día.

No se limita a bloquear; también modula. Por eso, a diferencia de otros antipsicóticos antiguos, ayuda algo más en los llamados síntomas negativos: apatía, aislamiento social o falta de energía. No hace milagros ni devuelve la chispa social de antes de la enfermedad de un plumazo, pero sí hay pacientes (y familiares) que notan cierto alivio en estos aspectos. GPA, el gran estudio europeo de 2022, concluyó que uno de cada tres pacientes tratados con Risperdal experimentaba mejoras visibles en motivación y participación social tras cuatro meses de tratamiento. No es perfecto, pero tampoco es humo.

¿Y cómo se toma? Pastillas de 0,5 a 4 miligramos, principalmente, aunque existen formas inyectables (Risperdal Consta y Perseris) de liberación lenta, pensadas para quienes olvidan las pastillas o tienen problemas de adherencia. Una tabla simple ayuda a ver en qué indicaciones está avalado, según ensayos clínicos:

IndicaciónDosis habitual diaria (adultos)Formas disponibles
Esquizofrenia2-6 mgOral/inyectable
Trastorno bipolar (fases maníacas)2-6 mgOral
Autismo (agresividad en niños)0,5-2 mgOral

Cada persona metaboliza diferente, así que el médico ajusta la dosis poco a poco. Ojo, no hay dosis universal ni milagro de un día para otro. Toca paciencia y, lo más importante, constancia.

Principales efectos secundarios: desde lo común hasta lo raro

Nadie quiere tragar pastillas que, aparte de ayudar, puedan acabar dando otros problemas. Pero siendo honestos, todo medicamento tiene sus pegas, y con Risperdal, hay algunas bastante habituales. El más frecuente es la somnolencia. A algunos les deja ligeros, medio soñolientos por horas. Otros, sin embargo, ni se enteran. Después viene la rigidez muscular o cierta lentitud de movimientos, sobre todo con dosis más altas o si el paciente es muy sensible a los antipsicóticos.

Pero lo que más preocupa (y con razón) a quienes inician el tratamiento es el aumento de peso. Y no hablamos de uno o dos kilos. Hay casos documentados, según el metaanálisis publicado en el Lancet Psychiatry a finales de 2023, donde más del 28% de pacientes gana entre 4 y 8 kilos en los primeros seis meses. A eso hay que sumar riesgo de elevación de la prolactina. Suena técnico, pero hablamos de cambios como ausencia de regla en mujeres jóvenes, salida de leche por los pezones (incluso en hombres), y reducción del deseo sexual en ambos géneros. Sí, como lo lees. Y esos cambios muchas veces llevan a abandonar el tratamiento en silencio.

Otros síntomas menos frecuentes pero que hay que vigilar: temblores, boca seca, vértigos, estreñimiento, subida de azúcar en sangre y, muy puntual, reacciones alérgicas cutáneas. Hay, aún así, una ventaja clara frente a los antipsicóticos viejos: muchísima menos tendencia a provocar discinesia tardía (movimientos involuntarios de boca o manos que a veces llegaban a ser irreversibles). En datos de la Agencia Europea de Medicamentos, publicados en enero de 2025, la prevalencia de discinesia severa asociada a Risperdal ronda el 0,2%, frente a cerca del 4% de los más antiguos.

¿Cómo minimizar riesgos? Controlando el peso, comiendo con cabeza y mirando el azúcar en analíticas; consultando en cuanto aparecen síntomas raros, y no ajustando dosis por cuenta propia. Y si notas algún efecto inesperado, mejor registrarlo en un cuaderno antes de contárselo al médico: así puedes dar ejemplos concretos y no solo impresiones vagas.

Consejos para convivir con el tratamiento y no caer en trampas

Consejos para convivir con el tratamiento y no caer en trampas

Pocos consejos suenan menos heroicos que «toma tu medicación todos los días», pero es básico. Menos saltos, menos recaídas. Diarios japoneses, alarmas en el móvil, emparejar la toma con hábitos fijos (el café de media tarde o la película de la noche) ayudan a no olvidarla. Un truco que funciona: tener una caja de reserva por si acaso, para situaciones de viaje o despistes.

Si aparece aumento de peso, no hace falta matarse en el gimnasio para notar cambios. Casi todos los nutricionistas coinciden en que sustituir refrescos por agua, reducir harinas ultraprocesadas y caminar al menos media hora al día, ya frena buena parte del aumento. No existen suplementos naturales que eviten completamente el problema con la prolactina, aunque el calcio y la vitamina D ayudan a proteger huesos si aparece ausencia de regla prolongada.

Importante: nunca dejes Risperdal de golpe. Hay testimonios reales que lo pintan como una liberación, pero la ciencia deja claro que, interrumpido de forma brusca, el riesgo de recaída se dispara hasta diez veces en los primeros tres meses. Así lo refleja el mayor seguimiento publicado por la OMS en 2024. Si surge la intención de dejarlo, debe hacerse de forma escalonada y bajo control médico.

Cuida also el entorno. Familia y amigos suelen no entender para qué se usa Risperdal exactamente; hablar abiertamente del tema, sin ocultar el nombre del medicamento, ayuda a quitar parte del estigma. De hecho, un reciente informe español mostró que casi el 30% de quienes abandonan el tratamiento lo hacen por presión de familiares con información errónea.

No hay compatibilidad total con alcohol. Beber en exceso multiplica la somnolencia y reduce el efecto del medicamento, además de aumentar el riesgo de efectos adversos. Tampoco mezcles con cannabis o drogas recreativas: el cóctel es más peligroso de lo que parece, incluso aunque en redes sociales insistan en lo contrario. Si tienes dudas, la consulta con el farmacéutico suele resultar más práctica y directa que muchas búsquedas en Google.

Mitos, verdades incómodas y cosas que nadie suele contar

El mito grande: «Risperdal te deja como un zombie». No, si la dosis es adecuada. Lo cierto es que mucha gente, especialmente al inicio, pasa por una fase de bajón físico y desmotivación. Pero con ajuste de dosis y uno o dos meses de paciencia, en la mayoría esa sensación desaparece o se vuelve manejable. Tampoco convierte en adicto. La risperidona no crea dependencia física; puedes necesitarla porque mejora tus síntomas, pero el cuerpo no la exige como pide la cafeína o la nicotina.

Otro tema del que apenas se habla: hay diferencias notables entre marcas. Risperdal es el nombre comercial de Janssen, pero las risperidonas genéricas pueden variar en excipientes y velocidad de absorción. La inmensa mayoría de pacientes no nota la diferencia, pero si se producen cambios bruscos en sueño, apetito o ánimo justo tras cambiarse de marca, vale la pena avisar.

Las redes sociales han dado alas a la idea de que tomar antipsicóticos bloquea la creatividad. Los casos son variados. Hay desde personas que notan una cierta disminución de impulsos artísticos hasta otros que, bien estabilizados, pintan, escriben y componen más que nunca, ahora sin la montaña rusa de la psicosis o la manía. El psiquiatra catalán Eduard Vieta, toda una referencia en trastorno bipolar, puntualiza en su libro de 2023 que lo importante es «ajustar la dosis lo justo para no apagar ni la cabeza ni el humor».

Algo incómodo: Risperdal puede dejar secuelas metabólicas si el tratamiento dura varios años, sobre todo si no se controla el peso, la dieta o el azúcar en sangre. Tampoco siempre se consigue eliminar todas las voces, delirios o paranoias; en esquizofrenia resistente, a veces hay que sumar otros antipsicóticos, como clozapina, o técnicas adicionales como la terapia cognitiva. Pero la mejoría es frecuente y suele notarse en menos de un mes tras iniciar el tratamiento.

Sorprende saber que, en una encuesta informal realizada entre 1.400 pacientes de la Asociación Madrileña de Salud Mental en 2024, seis de cada diez consideraban que el tratamiento «les ha devuelto una parte de la vida» que pensaron perdida. La gran mayoría de abandonos, según ese mismo estudio, no es por falta de eficacia, sino por efectos secundarios o presión social.

Lo que no te cuentan en la consulta: trucos y experiencias reales

Lo que no te cuentan en la consulta: trucos y experiencias reales

Hay pacientes que descubren a los meses que Risperdal «funciona mejor» si acompañan el tratamiento con actividades rutinarias fuera del tratamiento médico. Caminar, leer, hacer voluntariado o simplemente mantener una agenda activa talla la diferencia. No es casualidad: la mejor recuperación documentada se da en quienes mantienen cierta estructura diaria y una red de apoyo estable. Si vives solo, sumar rutinas y pedir pequeñas ayudas cambia el panorama.

Un consejo que no suele aparecer en los prospectos: apunta los cambios, tanto físicos como emocionales, en un pequeño diario semanal. Así es mucho más sencillo identificar patrones, cambios de humor asociados a la medicación o posibles desencadenantes de efectos secundarios. Este tip lo recomendó en 2024 la Asociación Española de Psiquiatría, a raíz de cientos de consultas sobre dificultades para explicar síntomas en consulta.

Buscar y compartir en grupos de apoyo ayuda, pero con un matiz: los foros de internet suelen estar llenos de historias extremas. La realidad habitual es menos dramática. Un dato: un 72% de usuarios activos de estos foros mantiene el tratamiento durante más de dos años, según análisis publicado por la Universidad de Barcelona en octubre de 2024. Cuidado con la autogestión desde estos espacios: lo que sirve para unos puede ser nefasto para otros.

Si viajas y pierdes una dosis, no te desesperes. Toma la siguiente dosis a la hora habitual y sigue adelante; no dobles ni compenses. Una pérdida puntual no borra meses de buen control. Y si en periodos de crisis es difícil seguir el ritmo, existen versiones inyectables mensuales que consiguen estabilidad durante semanas, evitando que el olvido de una dosis desemboque en recaída súbita.

Por último, nunca te fíes sólo de los síntomas que se ven: a veces, aun sintiéndote bastante estable, la analítica revela subidas de colesterol o azúcar. No saltes las revisiones, por muy bien que te sientas. Porque el objetivo del tratamiento no es solo quitar síntomas, sino permitir que el día a día, el trabajo, las relaciones y la vida retomen cierto aire de normalidad, con el menor lastre posible. Y ese balance, con ayuda y algo de constancia, sigue siendo posible.